Apres-coup_Nº6_articulo_7
Entre lo no traducido y lo traducido: los sueños*
Magdalena Echegaray
Para contextuar este texto que presenté en el I Coloquio Iberoamericano Jean Laplanche, al cual tuve el honor de ser invitada, haré una breve historia de mi relación con la obra de Jean Laplanche. Mi encuentro temprano con su vasta producción fue, como el de la mayoría de las y los colegas de mi generación a través del Diccionario de Psicoanálisis de su autoría junto con J.B. Pontalis y Vida y muerte en psicoanálisis. La aplicación del método psicoanalítico a la lectura de Freud me guió en un itinerario respetuoso de los textos, riguroso en cuanto a la racionalidad de los enunciados, afrontando las contradicciones, y haciendo opciones al interior de la obra en cuanto al origen de la representación, origen del aparato psíquico, origen de la pulsión, origen del inconsciente. Laplanche señaló extravíos freudianos al problematizar, poner en caución enunciados que a fuerza de ser repetidos ecolálicamente, han propiciado cierres dogmáticos, restando a la complejidad y riqueza al pensamiento de Freud. Agradezco a Silvia Bleichmar por estimular la lectura de la obra de Laplanche, imprescindible a la hora de re pensar los temas fundamentales de la teoría.
El trabajo en espiral, pasar por el mismo “lugar” conceptual en distintos planos si de recorrido teórico se trata, la hago extensiva a la experiencia de los psicoanálisis, pasar por el mismo lugar sintomal o de conflicto en distintos tiempos y en diversos planos.
En el movimiento que figura la exigencia de pensamiento y experiencia que se plasma en esa temporalidad particular del aprés-coup, y que lleva a Laplanche, en palabras de él, a romper y retomar para reanudar en su derrotero en espiral; lo conducen a volver a plantear la cuestión de la inscripción del traumatismo en el aparato psíquico, que supone siempre una materialidad psíquica sobre la que se inscribe, y a repensar cómo se inscribe, cómo se retranscribe, en qué topos ocurre, y no solo en los primeros tiempos de constitución del psiquismo sino a lo largo de toda la vida. Las representaciones inscriptas en distintas épocas, ingresan en el aparato psíquico de distintos modos y en momentos de capacidades metabólicas, simbolizantes diferentes.
La cuestión de la inscripción de lo traumático, sus posibilidades de retranscripción y traducción, la heterogeneidad representacional del psiquismo en cuanto a qué huellas marca en las distintas instancias y también heterogeneidad en el sistema inconsciente, me interesa especialmente como objeto de investigación desde hace tiempo.
La situación antropológica fundamental, el realismo del inconsciente, la teoría de la seducción generalizada, el inconsciente sexual fundado por represión originaria, la heterogeneidad representacional del inconsciente, el modelo traductivo, el aparato psíquico abierto a lo real, constituyen el marco que le permitió a Laplanche en un nuevo recorrido en espiral conceptualizar el inconsciente enclavado, permitiéndonos figurar el destino de los mensajes cuya traducción ha fracasado radicalmente. Advierte que las huellas, las inscripciones inconscientes, siempre tienen un resto intraducible justamente porque no se trata de un texto ni de una lengua, ese resto será la metábola. Los mensajes enigmáticos a traducir, son mensajes “comprometidos” por el inconsciente sexual del adulto. “El fracaso parcial de la traducción da cuenta del inconsciente «clásico», neurótico-normal. A su lado conviene reconocer la existencia de un fracaso radical. Nada es traducido; el mensaje original, implantado o entrometido , permanece tal cual en el aparato psíquico. Constituye lo que podríamos llamar «el inconsciente enclavado»” [2].
“El inconsciente enclavado no es correlativo de un preconsciente. En el psicótico la historización es escasa o nula. El inconsciente enclavado permanece, si se puede decir, -a flor de consciencia-.” Hace lugar a inscripciones que son producto más de la intromisión que de la implantación, Laplanche ubica en ese topos los mensajes superyoicos en tanto el “imperativo categórico” es “por naturaleza, intraducible a otra cosa que si mismo, imposible de metabolizar”. [3]
El valor que tiene esta formulación es que pone a trabajar una vez más las primera y segunda tópicas freudianas para dar cuenta en una teorética de fenómenos clínicos no-neuróticos aún en pacientes a predominio estructural neurótico. Esta propuesta tópica tiene un alto valor heurístico y un alto nivel de correlación clínica, de acuerdo con el programa de investigación iniciado por Freud, dice José Carlos Calich.[4] El inconsciente enclavado como un estrato de lo Inconsciente resistente a toda metábola.
Los traumatismos, que subtienden toda la clínica psicoanalítica, traumatismo en los orígenes y los traumatismos que jalonan la vida de los sujetos, se inscriben de diversos modos en el aparato psíquico, destinados o no a la transcripción. Las huellas de lo traumático “actúan a la manera de un cuerpo extraño interno, que, aun largo tiempo después de su penetración, debe tener valor de un Agens que opere en el presente”, indica Freud en la Comunicación Preliminar.[5]
Vale decir que la presencia actual del trauma como incrustado en la psique, da cuenta de la imposibilidad de transcripción.
Siguiendo el modelo de la carta 52, dice Laplanche: “Asignamos entonces el signo de percepción, esta primera inscripción en el aparato psíquico, al significante enigmático, exactamente como él se deposita antes de toda tentativa de traducción”.[6] La represión originaria fundará en un mismo movimiento los sistemas Inc y Prec y los restos no traducidos, pasarán, una vez instalada, a formar parte de los fondos del inc pulsional, podríamos decir un Ello. La categoría mensaje se constituye en un tiempo segundo a la seducción originaria, definida ésta como la “situación fundamental en que el adulto propone al niño significantes no verbales tanto como verbales, incluso comportamentales, impregnados de significaciones sexuales inconscientes.” [7]
En la carta 52 Freud dice que “las transcripciones que se siguen unas a otras constituyen la operación psíquica de épocas sucesivas de la vida. En la frontera entre dos de estas épocas tiene que producirse la traducción del material psíquico”. Y continúa: “Cada reescritura posterior inhibe a la anterior y desvía de ella el proceso excitatorio. Toda vez que la reescritura posterior falta, la excitación es tramitada según las leyes psicológicas que valían para el período anterior, y por los caminos de que entonces se disponía”. [8]
Jean Laplanche lo denomina modelo traductivo, dice: “El pasaje de un sistema otro es una nueva inscripción según un código heterogéneo a aquel que precede. La represión, el mantenimiento en el inconsciente, no es otra cosa que el fracaso, el tropiezo, el “rehusamiento” (Versagung) de la traducción. Modelo admirable, pero donde todo el enigma reposa en la naturaleza del sistema Wz, sistema pre-inconsciente que participa a la vez de la percepción (W) y del Zeichen. Zeichen: ¿signo o indicio? En los sistemas siguientes es evidente: una traducción no puede operar más que a partir de signos que retrasncribe”. Y continúa así: “pero con el primer sistema ocurre de un modo diferente: supuestamente surgido de la percepción, no representa sino un indicio objetivo; pero, por otra parte, ¿cómo se propondría a la traducción si no se presentara como signo? Es porque hace signo que hay que intentar traducirlo, que se impone, al niño, como a traducir, es una traducción originaria que no puede sino dejar un residuo importante, ese fuero que va a recaer en el inconsciente, como representación-cosa”. [9]
Pero aquellos indicios perceptuales inscriptos por intromisión producto de traumatismos severos, elementos surgidos de la percepción, no son transcribibles, no se imponen como un a transcribir para el niño, son elementos rebeldes a la metábola. Esos elementos representacionales no pasaran a formar parte del inconsciente reprimido.
El inconsciente enclavado puede ser también “un lugar de estancamiento. Pero también un lugar de espera, una suerte de “purgatorio” de mensajes en espera”.[10] El inconsciente enclavado, no funcionará según el mecanismo de la represión, sino de la desmentida (Verleulgnung).
Sobre la heterogeneidad del inconsciente dice Silvia Bleichmar: ..(corresponde) “marcar al menos dos estratos diferentes en el inconsciente: aquel irreductible a toda traducción, indiciático, no integrado, constituido por fragmentos de objetos, y ese otro, más estructurado, fantasmatizable, que ha operado una traducción posible (aunque no sea pasible de pasar al preconsciente sin otra tramitación)”. [11] Bleichmar propondrá lo arcaico para el primero y lo originario para el segundo como dos modos de funcionamiento del inconsciente, manteniendo los dos modos de funcionamiento del aparato psíquico, procesos primarios para el inconsciente y procesos secundarios para el Preconsciente.
Espacio y tiempo en el aparato psíquico, se articulan por esa temporalidad particular del après-coup.
¿Qué posibilidades de metabolización, de traducción tienen esas representaciones intraducibles de inicio? La experiencia del psicoanálisis produce las condiciones para que esos elementos representacionales puedan ser simbolizados y acceder a un estatuto de puesta en memoria, de puesta en relato. El aparato psíquico tiene la capacidad de metabolización espontánea a través de los sueños. Los sueños cumplen esa función intrapsíquica, los sueños no son sólo su relato. Freud nos recuerda en Observaciones sobre la teoría y la práctica de la interpretación de los sueños, que los seres humanos solían soñar antes que existiera un psicoanálisis, hay un núcleo en los sueños que nos indica que no se producen ni para ser contados ni para ser analizados.
Los sueños y los traumatismos forman parte del núcleo epistémico del psicoanálisis y de esa materialidad tan particular con la que trabajamos cotidianamente.
Lo traumático está siempre en el horizonte o en el centro de la clínica psicoanalítica: traumatismo en los orígenes de la constitución psíquica de los sujetos, origen traumático de toda neurosis, traumatismos antiguos o acontecidos recientemente, pero actuales en el psiquismo en tanto no traducibles. Freud define el trauma, acentuando el aspecto económico, del siguiente modo: “…una vivencia que en un breve lapso provoca en la vida anímica un exceso tal en la intensidad del estímulo que su tramitación o finiquitación por las vías habituales y normales fracasa, de donde por fuerza resultan trastornos duraderos para la economía energética.”[12]
Los sueños: puentes entre los viejos y siempre presentes traumatismos y los traumas actuales. Los sueños nos introducen en escenarios que producimos en la oscuridad y que muchas veces en sus fragmentos vienen a echar luz sobre tramos olvidados o nunca recordados de nuestra vida. Esos escenarios poblados de personajes a veces fantasmagóricos, otros conocidos, vivos o muertos retornan en nuestros sueños: dice Pontalis: “el sueño es memoria, resurrección, de a retazos, del pasado; niega lo borrado, la irreversibilidad del tiempo, conjura el olvido de los muertos.”[13]
Freud le asigna al sueño dos funciones intrapsíquicas: en La interpretación de los sueños dice: “..el sueño es en todos los casos un cumplimiento de deseo porque es una operación del sistema Icc, que no conoce en su trabajo ninguna otra meta que el cumplimiento de deseos ni dispone de otras fuerzas que no sean las mociones de deseo.” [14] Vale decir formula la tesis canónica: los sueños son realización alucinatoria de deseos reprimidos, via regia de acceso a lo Inconsciente.
Y en 1920, en Más allá del principio del placer, al referirse a los sueños en las neurosis traumáticas, dice: “pero los mencionados sueños de los neuróticos traumáticos ya no pueden verse como cumplimiento de deseo; tampoco los sueños que se presentan en los psicoanálisis, y que nos devuelven el recuerdo de los traumas psíquicos de la infancia. Más obedecen a la compulsión de repetición, que en el análisis se apoya en el deseo (promovido ciertamente por la <sugestión>) de convocar lo olvidado y reprimido. Así no sería la función originaria del sueño eliminar, mediante el cumplimiento de deseo de las mociones perturbadoras, unos motivos capaces de interrumpir el dormir; sólo podría apropiarse de esa función después que el conjunto de la vida anímica aceptó el imperio del principio del placer. Si existe un <<más allá del principio del placer>>, por obligada consecuencia habrá que admitir que hubo un tiempo anterior también a la tendencia del sueño al cumplimiento del deseo”. [15]
El trabajo del sueño a través de los desplazamientos y las condensaciones pone en figurabilidad distintos pensamientos de diversa proveniencia y representaciones heterogéneas en cuanto a su cualidad y origen. La figurabilidad, trabajo de creación de la psique, facilita el entramado de huellas que no pueden tener acceso a la conciencia en forma de recuerdo y es únicamente bajo forma alucinatoria o casi alucinatoria que pueden hacerlo. Ya sea en la regresión de la sesión o en los sueños, que esos acontecimientos podrán tener acceso a ella. En el Moisés [16], Freud dice: “Lo que los niños han vivenciado a la edad de dos años, sin entenderlo entonces, pueden no recordarlo luego nunca, salvo en sueños; sólo mediante un tratamiento psicoanalítico puede volvérseles consabido”. Los destinos alternativos que Freud enuncia son el retorno a través de compulsiones o en los vínculos.
El trabajo sobre los sueños en psicoanálisis, permite la recaptura de vivencias y sensaciones infantiles, de retazos de la historia que permanecía olvidada. Enriquece el vivenciar actual. Si bien lo esencial del trabajo analítico se realiza por el lenguaje y a través de él, el mismo queda excedido en el trabajo de ligazón de los traumatismos por procesos que ocurren en otro espacio que no es el del yo.
En la Conferencia 29 de 1932, Revisión de la doctrina de los sueños [17], cuando Freud analiza los sueños en las neurosis traumáticas dice que “el sueño es un intento de un cumplimiento de deseo” pero este propósito puede “imponerse de manera muy incompleta o debe resignarlo del todo; la fijación inconsciente a un trauma parece contarse entre los principales de esos impedimentos de la función del sueño”. Subrayo lo de intento de cumplimiento de deseo que queda en un segundo plano como función de los sueños por relación a la presencia de traumas que así lo impiden; es en este plano que los sueños pueden indicar el pasaje de un más allá a un más acá del principio del placer en términos de funcionamiento psíquico, movimiento que va de la desligazón a los procesos ligados.
Dice Freud que no hace falta suponer una particular actividad simbolizante del alma en el trabajo del sueño ya que otras producciones psíquicas son efecto de las operaciones de condensación, desplazamiento, juegos de sustituciones e inversiones, en fin , la operatoria del proceso primario.
Elizabeth Roudinesco y Michel Plon afirman [18] que la actividad onírica tan tenida en cuenta en la Antigüedad y aun por “el viejo Aristóteles”, como lo nombra Freud, a partir de la Edad Media fue considerada de manera contradictoria por los filósofos: desvalorizada por Descartes, valorada por Spinoza, rechazada por Hegel, en el centro de las preocupaciones de Nietzche y Schopenhauer. Pero con el advenimiento del positivismo y el entronizamiento del logos, el pensamiento que cuenta para ese posicionamiento filosófico y epistemológico es el que opera del lado de la razón de la lógica cartesiana.
A esto se rebelará Freud elaborando una disciplina que investigará el Inconsciente, lo pulsional, la sexualidad infantil, se interesará por los rezagos que resisten al pensamiento que responde al logos.
Voy a relatar una experiencia clínica en la que se basan algunas reflexiones que quiero compartir:
Rita consulta por dificultades en la relación con su pareja. Al poco tiempo se separan y ella inicia una nueva relación con otro hombre con el que pasa a convivir casi inmediatamente y con el que tiene una hija. Se angustia mucho cuando su pareja sale solo, teme que tenga un accidente con el auto, que la engañe con otra, que la deje. Si ella no lo ve, la angustia la embarga, más al modo del desarrollo de angustia que de la angustia señal, sensaciones de excitación acompañan el episodio angustioso y toda esta ideación con tonalidad de catástrofe la captura y no puede pensar en otra cosa. Esta situación le ha ocurrido con todas las parejas que ha tenido, cuando lo ve, se calma.
Esta fantasía que se le presenta de un modo compulsivo, la ha asociado con un accidente automovilístico en el que murió su mamá cuando ella tenía 2 años. Viajaba toda la familia, los padres en los asientos delanteros, ella y sus tres hermanitas de las cuales ella era la menor, iban en el asiento trasero, ella dormía. Manejaba la mamá. La idea de que si ella hubiera estado despierta hubiera evitado el accidente se le imponía con un tono de admonición superyoica. Aunque esos pensamientos le parecían absurdos, tenían una potencia y un nivel de certeza incuestionable, ya lo sé… pero aún así…. nos indicó Octave Mannoni, dando cuenta de la desmentida. Estos elementos no son del orden de lo interpretable, no se trataba de deconstruir, el retorno de lo reprimido no estaba en juego. Sesión tras sesión relata situaciones donde el descontrol la embarga y la admonición de que si hubiera estado despierta, con la mirada atenta el accidente no hubiera ocurrido.
Cuando está por retomar el trabajo luego de la licencia por maternidad, el terror a dejar a su hijita al cuidado de otra persona la inunda. Ella no iba a estar presente y a la bebita podía sucederle lo peor.
En esas circunstancias relata el siguiente sueño: “Estábamos en casa, venía un hombre grande, un viejo, su pareja le decía viene, se va a quedar, el señor entraba y de repente aparecíamos en otro lugar, un lugar horrible como un centro clandestino, me sacan a la nena, su hijita. Dice, no está más conmigo, pregunto a un hombre joven donde está la nena, era como un secuestro pero voy a un baño todo roto y sucio y la nena está apoyada en el lavatorio, de lejos la veo y me doy cuenta que no está viva, no podía decirlo ni en el sueño ni después cuando conté el sueño. En el sueño era muy vívido. En el baño había mugre y sangre, la nena tenía un ojo inflamado, con sangre y el otro blanco con la mirada vacía como los muertos”.
Rita asocia el sueño con el miedo a dejar a su hija para volver al trabajo, idea que le acercó una amiga a la que le relató el sueño. Dice que esos ojos que vió en el sueño, la angustia y el horror que le provocaron, la hacen pensar en el terror a que si no ve a su hija, si está en otra cosa, si no está pensando en ella, le puede pasar algo terrible, … dice, “ ya sé que es un disparate”. Me atrevo a preguntarle si pensó que el sueño podría tener algo que ver con el accidente en que murió su mamá. Con esa pregunta pretendí acercar algún nivel de simbolización a lo nunca pensado. Hace un silencio y me dice que sus padres salieron despedidos del auto por el parabrisas delantero y quedaron tirados en el asfalto, que el papá le contó que pudo hablar algo con su madre en ese momento antes que los recogiera una ambulancia, que ella murió en el hospital. La hermana mayor le contó que a ellas las sacaron del auto los bomberos. Me dice que por primera vez piensa que ella se despertó por el impacto, los gritos y los llantos de sus hermanas y que seguramente vio a la mamá tirada en el asfalto a la distancia y que presenció escenas de esos momentos. Hasta ahora lo que había podido reconstruir era a través de los relatos de su padre y de retazos de recuerdos de sus hermanas mayores, como si ella no hubiera estado allí ya que no recuerda nada, tenía sólo 2 años.
Laplanche dice: “El fracaso de la traducción puede saldarse especialmente en una transmisión intergeneracional tal cual, sin ninguna metabolización. Habría que retomar la cuestión de lo “intergeneracional” preguntándonos cuáles son sus condiciones desde el punto de la comunicación, desde el punto de vista de la estructura misma del mensaje o desde el punto de vista del receptor de la transmisión”. [19] Transmisión intergeneracional en la que sin duda los adultos, padre, abuelos, también afectados por el traumatismo pusieron en relato mensajes altamente comprometidos, convocando al enigma por parte de la niña.
Elementos discretos, no metabolizables, quedaron inscriptos en el psiquismo de mi paciente sin posibilidad de traducción. Indicios o signos de percepción? “Los indicios -dice Laplanche- nos vemos llevados a considerarlos elementos puramente objetivos de la situación, singularizados por el niño en tanto le permitirán descubrir otra cosa y adquirir una perspectiva más completa del fenómeno. (Aclara en una nota al pie que emplea el término “indicio” en el sentido de Pierce, para designar una relación de contigüidad, eventualmente mecánica, o incluso de la parte al todo entre el “representamen” y el objeto).” Y continua: “Se puede decir que Freud no va más lejos que la relación que denotamos aquí con el término “indicio”: algo que está en relación puramente extrínseca con su significado, y que, llegado el caso, es destacado del conjunto perceptivo por el sujeto percipiente. Pero podemos por el contrario, optar por traducir “signo de percepción”, y conferirle un sentido mucho más fecundo: esos elementos no son las simples consecuencias o detalles acompañantes de la situación; como tienen su origen en aquel que envía el mensaje ellos hacen signo en un doble sentido conjunto: toman valor de signos y ello porque, destacados por el emisor, son dirigidos al ego”. [20]
La escena del sueño en que ella ve a lo lejos a la niña apoyada en el lavatorio en un baño con el piso sucio y roto, la mugre y la sangre así como la visión de esos ojos sin mirada pueden ser restos indiciarios de lo percibido en el accidente, fueron inscriptos pero no metabolizados, no transcriptos, quedaron como en estado de espera y fueron sobreinvestidos en ocasión de tener que dejar a su hija al cuidado de otra persona. Lo percibido e inscripto en la escena del accidente y la muerte, hace signo y los elementos pueden ordenarse por primera vez en una escena, pueden ensamblarse a partir del sueño, lo que no había ocurrido de inicio.
El accidente y la muerte de la mamá de mi paciente devinieron traumatismo para su psiquismo en constitución. Lo vivido, lo visto y oído en aquella situación se inscribieron traumáticamente.
El sueño recaptura restos indiciarios alojados en el inconsciente no reprimido, inconsciente enclavado, formas representaciones no traducidas ni traducibles, que han producido derivas compulsivas, la traducción habilita derivas deseantes ligadas.
Unas sesiones previas al relato del sueño, Rita me dice que como ella no había tenido madre, no tenía un modelo en el que afirmarse a la hora de hacer movimientos de separación de su hijita. Le digo que ella tuvo mamá, y que la separación fue brutal. Mi intervención abre al duelo, trabajo psíquico aun inacabado.
A partir del relato del sueño y del trabajo sobre él, dejó de ser acosada compulsivamente por los pensamientos de que hubiera evitado la muerte de su madre si hubiera estado atenta, despierta. Pudo dejar a su hijita en un jardín maternal unas horas al día y con el tiempo sentirse menos culpable por ello.
Dice Silvia Bleichmar: “El análisis…() sólo puede tejer el entramado en el cual ubicar una vivencia que corresponde en principio, al orden de lo no verbalizable: en este caso, de lo irrepresentable (aun cuando su estatuto sea representacional, algo que ha quedado como en los bordes del sujeto)”. [21] Lo irrepresentable lo es para el yo y es el proceso de perlaboración en transferencia el que produce transformaciones en términos de alivio del sufrimiento y de aumento de los recursos creativos.
La relación objeto método, el planteamiento del “descriptivo” y el “prescriptivo”, indican diversos modos de intervención para intentar aliviar los sufrimientos de quienes nos consultan poniendo a disposición un dispositivo que permita acoger, alojar el dolor y el sufrimiento. Lo no traducido, lo no transcripto requieren modos de intervención diversos a aquellos elementos representacionales producto del retorno de lo reprimido.
El reensamblaje, la retranscripción de elementos representacionales de diverso origen y con diferentes posibilidades de traducción de inicio, permiten a los sujetos nuevas potencialidades simbolizantes y de puesta en memoria y relato de su propia historia.
Notas
[1] Texto presentado en el I Coloquio Iberoamericano “Jean Laplanche”, el 21 de septiembre de 2024.
[2] Laplanche J. Tres acepciones de la palabra “inconsciente” en el marco de la teoría de la seducción generalizada. Revista Alter. www.revistaalter.com
[3] Idem
[4] Calich J.C.: Para “hacer trabajar” la tópica laplanchiana. Alter N° 4. Revista Alter. www.revistaalter.com
[5] Freud S: Sobre el mecanismo psíquico de los fenómenos histéricos. Comunicación preliminar. Breuer y Freud. O.C. T II A.E.
[6] Laplanche J. Nuevos fundamentos para el psicoanálisis. La seducción originaria. A.E. 1987
[7] Idem
[8] Freud S.: Carta 52 (6 de diciembre de 1896). Fragmentos de la correspondencia con Fliess(1950 [1892-99])O.C. Tomo I A.E.
[9] Laplanche J.: Traumatismo, traducción transferencia. La revolución copernicana inacabada. Citado por Silvia Bleichmar en La fundación de lo Inconsciente
[10] Laplanche J: Tres acepciones de la palabra “inconsciente” en el marco de lateoría de la seducción generalizada. Revista Alter. www.revistaalter.com
[11] Bleichmar S.: La Fundación de lo inconsciente. Destinos de pulsión, destinos del sujeto. A.E. 1993.
[12] Freud S.: Conferencias de Introducción al psicoanálisis. O.C. T. XVI. A.E.
[13] Pontalis, J.B. Al margen de las noches. Paidós. Biblioteca de Psicología Profunda. 2011.
[14]Freud S. La Interpretación de los sueños. Obras Completas. Tomo V. A.E.
[15] Freud S. Más allá del Principio del Placer. O.C. T. XVIII. A. E.
[16] Freud. S. Moisés y la religión monoteísta. Obras completas. Tomo XXIII. A.E.
[17] Freud S. Nuevas conferencias de Introducción al psicoanálsis. Conferencia 29. Obras completas. Tomo XXII. A.E.
[18] Roudinesco E., Plon M.: Diccionario de Psicoanálisis. Ed. Paidós.
[19] Laplanche J.: Tres acepciones de la palabra “inconsciente” en el marco de lateoría de la seducción generalizada. Revista Alter. www.revistaalter.com
[20] Laplanche J.: La prioridad del otro en Psicoanálisis. Cap I. A.E.
[21] Bleichmar S.: La Fundación de lo inconsciente. Destinos de pulsión, destinos del sujeto. A.E. 1993.
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