Apres-coup_Nº6_articulo_6

Inconsciente enclavado. Breve historia y estado actual de un concepto tardío de Jean Laplanche*

Lorenza Escardó Zaldo

Enhorabuena y gracias a los organizadores por esta iniciativa. He estado esperando con ilusión el debate y los intercambios que se vayan a producir en estos dos días que se anuncian de intenso trabajo.

Introducción

En el texto Tres acepciones de la palabra inconsciente en el marco de la Teoría de la Seducción Generalizada, Jean Laplanche avanza su propuesta definitiva en una vía de investigación que venía siendo incursionada también por autores próximos a su pensamiento [2], y que le planteaban la necesidad de seguir pensando en términos teórico-clínicos las modalidades psíquicas que escapan a la dimensión generalizada o estructurarte de la seducción. 

Esta situación, exigencia de trabajo, le movía de su campo de investigación preferencial; el inconsciente sexual reprimido y la neurosis. Y ampliaba el campo de investigación de la teoría de la seducción generalizada (TSG) al terreno de la psicosis, de la clínica limite o borderline, la psicosomática, al campo del abuso sexual, del trauma extremo, así como a las cuestiones identitarias y de género. Fueron años de debates entre Laplanche y autores que trabajando desde la TSG buscaban afrontar y dar nueva salida a los problemas teórico-clínicos que estas modalidades psíquicas vienen presentado al psicoanálisis.

La aventura concluye en la presentación de un nuevo esquema tópico en el que el clásico inconsciente sexual reprimido coexiste con un inconsciente no constituido por el efecto de la represión, o inconsciente enclavado. Laplanche sintetiza de este modo toda una serie de planteamientos que había empezado a incursionar a partir de 1992 con su texto Implantación e intromisión, en su intento de construir un modelo unitario del aparato del alma, en donde ambos fenómenos de seducción, generalizada y traumática, no discurran en paralelo sino que puedan llegar a comunicar entre si.

1.- Antecedentes. Movimiento de la propia teoría

Como sabemos la teoría de la seducción generalizada, es el resultado de la reelaboración llevada a cabo por Laplanche de la metapsicología de Sigmund Freud. Un trabajo que parte del análisis detallado de la teoría que Freud había desarrollado para explicar el origen de la neurosis, teoría de la seducción, así como de las razones que le llevaron a su posterior rechazo y abandono. Laplanche a su vez, recupera la teoría pero sin tratar de salvarla tal cual, sino que amplia y generaliza su alcance, posibilidad que por diversos motivos no pudo realizar su creador, quien la mantuvo restringida a lo patológico y muy dependiente de la factualidad. 

Sin embargo, como veremos a lo largo de esta breve historia, resulta paradójico que el trabajo de análisis de la obra de Freud por parte de Laplanche le colocará de nuevo frente al punto de partida, véase frente a la dimensión traumática (patológica y restringida) de la seducción. Pero ahora Laplanche está mejor armado que Freud para afrontar la problemática cuestión, pues cómo decíamos no la ha recuperado tal cual de la teoría de la seducción freudiana, sino que la ha logrado fundar sobre bases sólidas; la inevitable intervención del inconsciente del adulto en la relación con el infans. Y esto nos ayuda a pensar la sexualidad del adulto, impuesta al niño, como algo más amplio que el atentado sexual manifiestamente perverso. Superando con ello una teoría de la seducción «restringida» en la etiología de las neurosis, que sólo se aplicaba a un pequeño número de pacientes que son realmente víctimas de abusos sexuales. 

Habiendo sido denominada situación originaria, seducción originaria o situación fundamental, finalmente será el término situación antropológica fundamental el elegido por Laplanche para marcar la asimetría esencial que caracteriza esta relación adulto-niño, en la que el adulto emite mensajes comprometidos por su inconsciente, mientras que el infans los recibe en un estado de necesidad a la vez que de incapacidad para dominar esos mensajes de naturaleza verbal, pero también y sobre todo no verbal, que Laplanche denominó mensajes enigmáticos.

¿Ahora bien cuál es el destino de esta intervención? Laplanche se pregunta por los modos de intervención, infiltración, compromisión del la sexualidad infantil del adulto y sus consecuencias en la constitución del psiquismo del niño. Y para ello desarrolla su modelo traductivo de la represión con el que define en detalle los distintos momentos, tiempos de constitución del psiquismo, que se sitúan entre la recepción del mensaje procedente del adulto y la traducción realizada por el niño.

El modelo de la traducción psíquica

Esta nueva comprensión de la represión expuesta por Laplanche delimita como decimos distintos tiempos entre la seducción, el impacto del encuentro con el otro adulto, con su sexualidad inconsciente deslizada en mensajes. Y los esfuerzos de traducción, de integración que éstos mensajes van a ejercer en el niño, que en razón de su carácter enigmático, lejos de permanecer inertes imponen una incitación constante al modo de una espina irritativa en la carne.

Estas tentativas de traducción lograrán sacar de la oscuridad solo parte del mensaje, contribuyendo a la constitución del mundo consciente o yo; a la vez que inevitablemente dejarán algo del mensaje sin traducir, dando lugar a un resto o residuo [3], verdaderos cuerpos extraños internos resultantes de este proceso de traducción-represión que va creando en el psiquismo una realidad psíquica inconsciente que instigará a su vez también a una nueva de-traducción- retraducción de las traducciones previas. 

Implantación y modelo neurótico

Y precisamente para aclarar el modo en que estos mensajes adultos, comprometidos por significados sexuales, se infiltran en la psique del niño, Laplanche introdujo este concepto de implantación:

«Designo así el hecho de que los significantes aportados por el adulto se encuentran fijados, como en superficie, en la dermis psicofisiológica de un sujeto en el cual una instancia inconsciente no está aún diferenciada. Es sobre estos significantes recibidos pasivamente donde se operan las primeras tentativas activas de traducción, cuyos restos son lo reprimido originario. »[4] (Laplanche, 1990/1996, 106).

Resulta importante detenerse en la localización tópica de esta implantación, metaforizada aquí por Laplanche como una «dermis psicofisiológica» (« derme psychophysiologique »). Pues, como señalará Jean-Marc Dupeu, esta propuesta es coherente con su afirmación de que, si bien el aparato (freudiano) del alma no está constituido desde la primera edad de la vida, el aparato neuropsicofisiológico, encargado de las funciones de autoconservación, está ahí desde el principio, aunque en estado inmaduro. Y Laplanche, en lugar de negar su existencia y su importancia, ha sostenido que la tarea del metapsicólogo supone pensar en la articulación entre estos dos «aparatos», que se ordenan según imperativos y según modos de constitución heterogéneos, ¡y por tanto son susceptibles de entrar en competencia! (Dupeu, 2013). Otros autores también vienen interesándose en dilucidar las vicisitudes del apuntalamiento entre los dominios autoconservativo y libidinal [5]. 

Para esta tarea el modelo de Laplanche contiene un factor esencial, su aspecto temporal, a saber, que el proceso de traducción-represión es concebido como un proceso en dos tiempos. 

«La situación del significante enigmático […] es diferente […] según el yo exista como instancia o no. En el primer tiempo, es externo; está encajado, se podría decir, en la periferia del yo; muy concretamente: implantado en la periferia del individuo […] En tanto que en el segundo tiempo el significante enigmático o, más exactamente, su resto reprimido, el objeto-fuente, deviene interno» (Laplanche, 1987/1989, 136).

El primer tiempo es el de la implantación de algo que viene de fuera (el mensaje del otro) y, en cuanto al segundo, éste implica una reactivación après-coup de los mensajes implantados, atacando ahora ya desde el interior. Los mensajes enigmáticos del adulto quedan implantados en el psique-soma del niño, como en espera, pues aún no pueden ser traducidos y su traducción se realizará “después”, en un “momento posterior, cuando el niño disponga de ciertos códigos que le permitan lograr una simbolización a partir de la recepción de nuevos mensajes –o de otras experiencias- que hagan eco de los mensajes iniciales. 

Laplanche explica así que el trauma, como trauma psíquico, nunca procede simplemente del exterior y que, debe ser interiorizado y luego revivido après-coup para convertirse en trauma psíquico. Pero además nos ayuda a entender por qué el inconsciente no puede ser asimilado simplemente a un otro implantado en mí, pues entre la intervención primera del otro y la creación de ese cuerpo extraño interno, se intercala un complejo proceso de traducción-represión, que implica una verdadera dislocación de los elementos de lo vivido y su nueva y personalísima reconfiguración de los mismos.

Laplanche ya no describe la formación de una neurosis (la teoría freudiana de la seducción era una teoría etiológica de la histeria), sino la constitución misma de la tópica psíquica, desarrollando una teoría interrelacional del origen del psiquismo a partir del «mensaje del otro». Y apunta la idea de que el proceso de represión originaria no se cumple con igual éxito en todos los casos, pudiendo ocurrir que ciertos mensajes parentales no permitan en el niño una respuesta activa o una metabolización suficiente de los mismos. E inicia así una reflexión crítica en torno al problema de la formación del superyó y a sus consecuencias para la diferenciación de las instancias psíquicas en curso, así como al estatuto de estos mensajes no- metabolizables. 

«Otra cuestión abierta a un examen más profundo: ¿están reprimidas estas reglas morales trasmitidas por los padres, o bien permanecen, incapaces de ser reprimidas, en el entredós de la pre-represión, justamente en la medida en que no se puede ensayar sustituirlas por nada en el intento de retomarlas? Y si los imperativos categóricos quedan como bloqueados entre los dos tiempos de la represión originaria, ¿no habría que considerarlos una suerte de enclaves psicóticos de toda personalidad?» (Laplanche, 1989, 140).

Más allá de la neurosis, la intromisión

Ahora bien, definir en detalle esta etapa del proceso de la represión primaria que se sitúa entre el mensaje procedente del adulto y la traducción realizada por el niño nos conduce a un momento crucial de la historia del pensamiento de Laplanche, una nueva vuelta de la espiral en la que discurre su pensamiento, emprendió la tarea de profundizar en una variante de este destino común que impone la SAF y adentrarse en un destino patógeno de la seducción que paraliza este proceso de traducción-represión y la diferenciación de las instancias psíquicas inconsciente-yo.

«Yo estoy interesado sobre todo en […] la seducción originaria del sujeto normal o futuro neurótico (no del psicótico). De modo que estoy mucho más interesado en el aspecto del trauma que, en última instancia, lleva a la represión [traducción] y a la restructuración […] Ahora bien, estoy completamente de acuerdo en que, en el marco de la teoría de la seducción, o del trauma en dos tiempos, uno debe preguntarse la razón por la cual, en muchos casos, no hay segundo momento [momento traductivo-represivo], o por qué el segundo momento se encuentra obstaculizado o paralizado» (Laplanche, 1994 (citado en Cathy Caruth, 2015, 14).

Volviendo de nuevo al niño de la situación antropológica fundamental, pero esta vez expuesto a un nuevo tipo de mensajes, ya no comprometidos por el inconsciente adulto, sino caracterizados por otro modo de presencia de lo sexualidad infantil, de valencia violenta o desligada, no permitiéndole una respuesta activa ni una traducción suficiente de los mismos. De manera que no están tanto «a la espera» de una segunda escena-acontecimiento o mensaje que les ayude a integrar definitivamente el aparato psíquico, como en el caso de los mensajes implantados, sino que permanecerán relativamente aislados, «enclavados». 

«La implantación es un proceso común, cotidiano, normal o neurótico. Al lado de éste, como su variación violenta, hay que hacer lugar a la intromisión. En tanto que la implantación permite al individuo una recaptura activa, con su doble faz traductivo-represora, hay que intentar concebir un proceso que obstaculiza esta recaptura, cortocircuita la diferenciación de las instancias en vías de formación, y pone en el interior un elemento rebelde a toda metábola [6] ». (Laplanche, 1990/1996, 106). 

La hipótesis fuerte de Laplanche viene aquí: a diferencia de los fracasos parciales de la traducción, que dan cuenta del inconsciente reprimido, este fracaso radical da lugar a un inconsciente enclavado, que presupone la constitución de defensas igualmente radicales, como la negación o el clivaje.

Encontramos aquí los mismos tres elementos nucleares de la teoría de la seducción generalizada, situación antropológica fundamental, mensaje y traducción, pero trastocados.

Los fracasos de la traducción [7]

El pensamiento de Laplanche se haya en este momento ya claramente abierto a la problemática de lo intraducible, aunque a la vez quiere dar cuenta de las dos facetas que la traducción ocupa en su práctica: en primer lugar la práctica de la traducción lingüística (referida al modelo de Jakobson o Saussure), práctica a la que ha dedicado muchos años de su vida y que sigue plenamente vigente en el trabajo de traducción de las obras completas de Freud. A la vez que continúa explorando las posibilidades de la exportación de este modelo de la traducción para una relaboración metapsicológica que de cuenta de la constitución del inconsciente.

Según Laplanche han sido Freud, en su primera etapa centrada en los abusos sexuales, y luego Ferenczi, con su famoso texto La confusión de lenguas entre el adulto y el niño, quienes abren la vía de lo intraducible. Sin embargo, en su opinión, a Ferenczi le faltó preguntarse por qué los adultos y los niños tienen dos lenguas diferentes. Y es que el autor húngaro omite referirse al gran descubrimiento freudiano: los adultos tienen inconsciente y los niños no (Laplanche, 2007, 121), y de ahí que el diálogo discurra en dos planos diferentes.

En el modelo laplanchiano, sin embargo, no encontramos dos lenguas extranjeras la una a la otra, como sostenía Ferenczi en su artículo. Sino que lo que encontramos primero es una lengua o un sistema semiótico común, aquel del apego, ampliamente investigado en los últimos tiempos. Pero entonces si este sistema es común ¿qué empujaría al niño a traducir?:

«Y bien, es el hecho de que ese mensaje, aunque formulado en una lengua común, es parasitado por otra cosa, otra cosa que apenas es una lengua y que es simplemente el inconsciente del otro» (Laplanche, 2007, 121).

Es ahí cuando Laplanche plantea que a fin de cuentas esta parasitación o compromiso del mensaje es nuestra mejor esperanza para su posible traducción y garantía de la validez de su modelo. Es decir, para que ese mensaje sea objeto de una apropiación, integración activa por parte del receptor, es necesario que se de ese juego entre dos planos, incluso si el mensaje en ocasiones aparece como brutalmente sexual. Quiere con esto Laplanche apuntar a la esperanza de que el emisor esté constituido a partir de la represión originaria o mejor dicho que tenga una represión originaria suficientemente establecida, lo cual va a garantizar a su vez el compromiso, frente a la postura que parece ocupar Ferenczi, quien insistió más en la confusión que en la traducción:

«[…] en la confusión que provoca en el niño, pero también en nosotros, la posibilidad de que un mensaje sea radicalmente intraducible o, peor incluso, que no haya mensaje» (Laplanche, 2007, 123)

Vemos así que Laplanche continúa defendiendo las posibilidades que esta noción de traducción brinda también para abordar esta cuestión de lo intraducible, que nos apabulla y a la que tratamos de aproximarnos ya desde Freud o Ferenczi. 

«[…] esta teorización podría servir de base a para una ampliación de la investigación psicopatológica en campos que se vienen imponiendo cada vez con más y con mayor urgencia. Pero la urgencia aquí puede poner en peligro el pensamiento, bloquearlo, renovando en el profesional la misma perplejidad presente en la realidad de los pacientes» (Laplanche, 2007, 121).

Podemos observar en sus elaboraciones un cierto desplazamiento del foco de atención, donde el interés por el receptor del mensaje enigmático (ya ampliamente abordado en su modelo traductivo) fue dando paso a nuevas teorizaciones más centradas en el emisor del mensaje y en las características de éste. Desplazamiento que permitió a Laplanche tratar la cuestión de lo intraducible desde una perspectiva significativamente nueva que sin duda resultó fructífera para los autores [8] que habían empezado a explorar cuáles serían las condiciones de un fracaso radical de traducción a partir de la pista y del marco teórico por él propuesto con su modelo traductivo. 

2.- ¿De qué hablamos cuando hablamos de inconsciente enclavado? 

Tres acepciones de la palabra «inconsciente» en el marco de la teoría de la seducción generalizada [9] es un texto que sin duda comprime al máximo el trabajo productivo de toda una vida, es más, no sólo es comprimida toda su obra, sino que es reelaborada y completada.

Pues si bien el proceso de traducción-represión que tiene como consecuencia la organización del psiquismo en su aspecto normal o neurótico lo venimos estudiando ya desde NFP, incluso desde Problemáticas IV, donde Laplanche introducía sus primeras reflexiones acerca del modelo traductivo.  Sin embargo, es en este texto donde integra por vez primera en el conjunto de su teoría la posibilidad de un fracaso radical de traducción, escenario en el que el sujeto no es capaz de una recaptura activa del mensaje implantado o entrometido. Y que tiene como consecuencia la organización del psiquismo en su aspecto más psicótico y borderline:

«El fracaso parcial de la traducción da cuenta del inconsciente «clásico», neurótico-normal. A su lado conviene reconocer la existencia de un fracaso radical. Nada es traducido; el mensaje original, implantado o entrometido [10], permanece tal cual en el aparato psíquico. Constituye lo que podríamos llamar el inconsciente enclavado [11]» (Laplanche, 2007, 202).

Laplanche explica aquí que este nuevo sistema no es correlativo de un preconsciente tal y como ocurría con el inconsciente freudiano, sino que permanece «a flor de consciencia». A diferencia de aquél, éste es mantenido tan solo por una fina capa de defensa consciente, cuya principal modalidad no sería ya la represión sino la desmentida (Verleugnung). Estas precisiones nos dan cuenta de la fragilidad o potencialidad de esta nueva zona psíquica y cómo, en razón de su superficialidad o escasa protección, podrá verse reactivada desde el exterior en cualquier momento, dando lugar a llamativas manifestaciones clínicas.

Como hemos ido adelantando Laplanche nos va a proponer, al lado del inconsciente sexual constituido a partir de la represión originaria en un proceso altamente individual, un nuevo sistema donde van a quedar los mensajes intraducibles así como aquellos aún en espera de traducción. Estos mensajes se encuentran por tanto en una especie de latencia y Laplanche señala que todo ser humano tiene una «reserva de mensajes sin traducir», algunos intraducibles, otros simplemente a la espera de ser traducidos. Traducción que, como vemos, si bien constituye el origen del inconsciente y el yo, está a su vez en el origen de las patologías no neuróticas. Y es que cuando ésta fracasa de forma radical o no se desencadana, aumentará la cantidad de mensajes que vendrán a engordar las filas del inconsciente enclavado, con el consiguiente perjuicio para el establecimiento de las instancias yoica e inconsciente. 

Por último, el inconsciente enclavado también se concibe como un stock de mensajes que crece en el curso del trabajo analítico, como resultado del movimiento de de-traducción del análisis. 

3.- Conclusiones

Es riqueza señalar que la recepción de este concepto tardío fue y viene siendo variada. La situación se podría resumir de la siguiente manera, mientras hubo autores interesados ante un concepto que podían situar en continuidad con una vía de investigación que venía ya siendo incursionada también desde su propia exigencia e iniciativa. Encontramos la incomodidad de los que sitúan este concepto en cierta ruptura con toda una serie de hipótesis y planteamientos que habían ya sido presentados en etapas anteriores para pensar lo intraducible y que quedarían ensombrecidos sin haber sido suficientemente profundizados. En este sentido Dupeu (2013) lamenta que Laplanche haya renunciado a la metáfora (contemporánea de la teoría del apuntalamiento) de una «dermis neuropsicológica», que permitía conservar la idea de una «psique» (la del neurobiólogo) distinta del aparato freudiano del alma. Más reciente es la elaboración de Fabio Belo [12], quien se pregunta si este término es lo suficientemente riguroso o si por el contrario se pudiera tratar de un concepto problemático que entrara en contradicción con el inconsciente sexual constituido a partir de la represión originaria. Por último, un tercer grupo de autores se mantuvo relativamente indiferentes al no considerar este aporte tardío entre las más importantes contribuciones de Laplanche al psicoanálisis.

Lo que parece indudable es que el modelo de un fracaso radical de traducción comenzó a ser ampliamente retomado por diversos autores, que destacan su actualidad y la utilidad clínica en la comprensión de patologías consideradas en los límites del psicoanálisis [13]. Y sus desarrollos son un excelente testimonio de los efectos del pensamiento metapsicológico de Jean Laplanche en el campo de la clínica psicoanalítica. Estos autores muestran un relativo consenso en sostener que a pesar de los problemas que evidentemente plantea la introducción de esta nueva instancia, finalmente con la elección de un lugar para estos elementos no traducidos o irreprimibles afronta una cuestión que la TSG había dejado abierta hasta ahora: cómo constituir una teoría unitaria del aparato del alma que englobe los modelos neuro-normal y psicótico-fronterizo, insistiendo en la «base común» constituida por la situación antropológica fundamental y el modelo traductivo. Todo ello sin romper con la unidad del pensamiento freudiano, ni con la referencia al inconsciente sexual reprimido. Con este concepto está mostrando su intento de construir no un modelo paralelo sino un modelo unitario y donde ambos fenómenos de seducción puedan comunicar entre sí.

Finalmente y para terminar podemos decir que siguiendo, como lo hemos hecho, el movimiento del pensamiento de Laplanche tenemos la impresión de haber continuado tal vez el movimiento mismo del psicoanálisis, que centrado primero en la neurosis, pasó después, según iba adquiriendo unos fundamentos más sólidos, a abarcar realidades psicopatológicas más complejas o deficitarias, en los límites mismo de la disciplina. Pero a diferencia de otros importantes desarrollos teóricos, Laplanche no construye en paralelo al navío freudiano, sino que su teoría se basa en la ya existente que completa con una fundamentación más rigurosa y sólida. A este respecto, le gustaba utilizar la imagen de la nave de Teseo, en el sentido de que su trabajo ha consistido, más que en reemplazar sus partes, sino en pertrecharla para surcar ahora otros mares más procelosos, como son los que impone la actualidad del complejo devenir humano. 

En definitiva, Laplanche nos ha propuesto una aventura de pensamiento que debemos seguir poniendo a prueba en nuestras propias construcciones teóricas como en la experiencia clínica. A nuestro entender, esta es la mejor forma no sólo de mantener vivo el espíritu que inspiraba a este autor, sino también de tomar el testigo de su valiosa labor de conceptualización del campo psicoanalítico.

Notas

[1]Texto presentado el en el I Coloquio Iberoamericano “Jean Laplanche” el 21 de septiembre de 2024.

[2] Nos referimos principalmente a Christophe Dejours, Francis Martens, Luiz Carlos Tarelho, citados por el propio Laplanche en ese mismo texto. Pero también Dominique Scarfone o Marta Rezende Cardoso, seguían muy de cerca el pensamiento de Laplanche en ese momento.

[3] Denominado por Freud “fueros” y que es lo que Laplanche ha propuesto denominar “significante designificado o representación-cosa”, verdadero objeto-fuente de la pulsión. Denominación provocativa: “Es forzoso, pues, poner en cuestión el tipo de realidad que debe atribuirse a los elementos inconscientes y negarse a ver en ellos simples «imágenes mnémicas de cosa», calcos más o menos deformados de acontecimientos u objetos. Y fue para hacerlo entender por lo que propuse, para la Sachvorstellung freudiana, con el término «representación-cosa», no una traducción más correcta sino un contrasentido provocador” (Laplanche, 2001, 67).

[4]  J. Laplanche, « Implantation, intromission » (1990), dans Le primat de l’autre en psychanalyse, Paris, Flammarion, 1997, p. 35.

[5]  Véase por ejemplo Tovmassian, (JIJL 2022). Si bien este autor no los va a situar en relación de competencia, sino de trabajo mutuo, en la medida en que ambos se verán socavados por el impacto traumático.

[6] J. Laplanche, « Implantation, intromission » (1990), dans Le primat de l’autre en psychanalyse, Paris, Flammarion, 1997, p. 358. z.

[7]  Les éches de la traduction, (Laplanche, [2002] 2007).

[8] (Scarfone, 1992); (Tarelho, 1999)); (Gammelgard, 2014).

[9] Texto que con el título «Três acepções da palavra «inconsciente» no quadro da Teoria da Sedução Generalizada» fue originalmente publicado en Brasil, 2003, a cargo de Jose Carlos Calich en la Revista de la Sociedad Psicoanalítica de Porto Alegre (SPPA).

[9] En este momento Laplanche dirige al lector a su trabajo de 1990 Implantación, intromisión (Laplanche,1996).

[10]  Nota al pie incluida por el propio Laplanche: Christophe Dejours propone el termino «inconsciente amencial», que me es difícil aceptar, pues supone que la represión-traducción es un proceso de mentalización que no sufre el inconsciente psicótico. Supone, entonces, que los mensajes del otro no son mentales sino que deben llegar a serlo. Me resulta difícil hacer mía una tal oposición alma/cuerpo, mente/soma (Laplanche, 2006/2009, 5, nota 4).

[12] Comunicación oral presentada en el I Coloquio Iberoamericano Jean Laplanche, 2024.

[13] J. Gaammelgard, (2014), Seduction and the Problem of Translation in the Context of Sexual Abuse. Communication présentée au JIJL; La séduction à l’origine ; l’œuvre de Jean Laplanche, Cerisy, Paris, Puf, 2016. Tovmassian, Tigran, (2013), « Agression sexuelle et transformation pubertaire, une potentialisation de l’effraction traumatique? ». In Adolescence, T.31 1, pp. 77- 86. Trad. esp., « Agresión sexual y transformación puberal, ¿una potenciación de la efracción traumática? », Alter Revista de psicoanálisis, Nº9, 2015. URL : http://revistaalter.com/revista/agresion-sexual-y-transformacion-puberal-una-potenciacion-de-la-efraccion-traumatica/3549/

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